
Corrientes ¿polémicas? en la crítica literaria
La ciencia de la literatura comprende: la crítica literaria, la teoría literaria y la historia de la literatura. La crítica literaria analiza las obras para desentrañar sus elementos y evaluar su mérito en contexto, mientras que la teoría literaria estudia sistemáticamente la literatura, su función e impacto. Ambas disciplinas enriquecen la comunicación y promueven la multiplicidad de puntos de vista y el pensamiento crítico. Aportan herramientas valiosas; sin embargo, generan debates por su diversidad y complejidad, planteando desafíos sobre su accesibilidad y relevancia, especialmente en el contexto de la globalización y el intercambio cultural.
Las disciplinas de la crítica y la teoría literaria han evolucionado a lo largo de los siglos junto con la literatura, adoptando nuevos enfoques y metodologías para analizar y comprender los textos. Corrientes como la crítica periodística, la crítica academicista, el formalismo ruso, el estructuralismo checo, el formalismo francés y el New Criticism, entre otras, han dejado una huella significativa a lo largo del tiempo.
En lo particular, considero que el formalismo ruso, con su enfoque detallado y sistemático en los elementos formales del texto, es el más apropiado y útil para el análisis literario. Su estructuración es muy práctica y extensa. Surgido a principios del siglo XX, generó un punto decisivo en la teoría literaria. Bajo el liderazgo de figuras como Viktor Shklovski, Román Jakobson, Vladimir Propp y Boris Eichenbaum, esta corriente enfatizó el estudio de las técnicas y la estructura de los elementos que conforman los textos literarios. Uno de los conceptos clásicos del formalismo ruso es la capacidad que tiene la literatura para hacer que sus lectores vean el mundo de una forma nueva y sorprendente.
Por otra parte, el New Criticism emergió en Estados Unidos influenciado por el formalismo ruso, y por ello también se le llama formalismo norteamericano. Ganó relevancia en la segunda mitad del siglo XX bajo el liderazgo de figuras como W.K. Wimsatt, Monroe Beardsley y T. S. Eliot. Su enfoque consiste en analizar el texto en sí mismo, valorando la obra literaria como una entidad independiente. Promueve la lectura cercana (close reading) para comprender todos los elementos formales como el lenguaje, la estructura y los símbolos, y considera la profundidad y riqueza artística. Sin embargo, considero que es menos apropiado y útil en el estudio literario porque, aunque se centra en el texto, excluye consideraciones históricas, sociales, biográficas y psicológicas, lo que limita la profundidad del análisis.
En esencia, el New Criticism va en contra de lo que el formalismo ruso y otras corrientes críticas han ofrecido tradicionalmente a la literatura, generando así polémicas y debates alrededor de sus interpretaciones y recepciones. Si bien nuevas corrientes y tendencias pueden expandir e innovar el análisis literario, también es cierto que provocan debate sobre el papel del crítico y la naturaleza del análisis al evitar enfoques contextuales y biográficos. Al oponerse al formalismo ruso, el New Criticism se opone al estudio sistematizado y científico de la literatura.
Ambas corrientes, el formalismo ruso y el New Criticism, han recibido críticas por ignorar el contexto histórico, político y social. En el caso del formalismo ruso, además, se ha criticado la falta de consideración a los valores morales y filosóficos de las obras. Por otra parte, el New Criticism ha sido cuestionado por su falta de atención a la respuesta del lector y a cómo los textos son interpretados y apreciados por diferentes audiencias. A pesar de las críticas, no se puede negar que tanto el formalismo ruso como el New Criticism, al igual que cada corriente de la crítica literaria, han dejado un legado importante. Las críticas a estas corrientes han dado lugar a enfoques más inclusivos y con mayor perspectiva en la crítica literaria contemporánea, como el marxismo, el feminismo y otros estudios culturales, que buscan integrar el análisis formal con consideraciones históricas, sociales y políticas.
En cuanto a mi reflexión personal, la crítica debe considerar las obras literarias como un conjunto único, buscando un equilibrio y evitando ser limitada por una tradición específica. Esto resalta la autonomía de cada obra como una entidad independiente y fomenta la tolerancia hacia diferentes puntos de vista, permitiendo que cada persona encuentre su propio estilo y opinión.
Santa Cruz, 19 de junio, 2024